de Jeff Foster
Yo no soy ningún maestro. Yo no tengo nada de lo que tú carezcas. Yo no soy, en modo alguno, especial. Eso es todo lo que quiero decir.
Si tuviera que dar un nombre a lo que estamos haciendo, diría que estamos departiendo amablemente. Estamos charlando, abierta y amablemente, de algo que sabemos muy bien, de algo que conocemos íntimamente. En realidad, no podría decirte, sobre esto, nada que tú ya no supieras.
De hecho, siempre lo has sabido. Yo sólo te lo recuerdo.
Hay quienes hablan del reconocimiento o de la resonancia que experimentan cuando leen o escuchan palabras que brotan de la Claridad. Esa resonancia está más allá de nuestro intelecto y de nuestra comprensión, y trasciende por completo nuestra mente pensante. De esa resonancia, precisamente, quiero hablar en este libro.
Siempre es posible que, en medio de esa resonancia, resplandezca algo nuevo.
Todas estas palabras apuntan, de hecho, a una iluminación que se encuentra más allá de la comprensión y a un reconocimiento que trasciende el pensamiento. Todas esas palabras apuntan, en suma, a una abertura a algo extraordinario –aunque simultáneamente ordinario– que siempre quedará más allá de la comprensión de nuestra mente.
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Cuando hablamos de no-dualidad solemos recurrir a metáforas y paradojas, porque las palabras, que fragmentan y dividen, se quedan muy cortas cuando apuntan a algo vivo y total. Ése es, en suma, un empeño tan imposible y condenado al fracaso como tratar de coger agua con una red.
Son muchas las paradojas y contradicciones que el lector descubrirá a lo largo de este libro. Pero la mente que se empeña en comprender intelectualmente todas estas palabras acaba completamente confundida. Ese desesperado empeño se deriva de la creencia de que, cuando comprenda, podrá poseer y, cuando posea, podrá controlar.
La mente quiere controlarlo todo. ¡Ha pasado los últimos millones de años
controlándolo todo y no parece dispuesta a renunciar tan fácilmente a ello! No trates de entender este libro. Ábrete tan sólo a la posibilidad de que la iluminación aparezca. Sumérgete sencillamente en las palabras. Zambúllete en su presencia. Si algunos de los conceptos presentados aquí te parecen difíciles será porque lo son. No en vano desafían cualquier idea que tengas sobre la espiritualidad,
sobre la vida, sobre el mundo y sobre ti mismo. No es de extrañar que sientas que algunas de estas palabras amenazan tu sensación de identidad, la idea que tienes de ti y de la verdad.
Ábrete a esta otra posibilidad. Pero debes saber que, quien ha escrito este libro, es el mismo que lo está leyendo. Debes saber que, si hay algo en este libro que te parezca difícil, cruel o poco cuidadoso, no era ésa mi intención. En modo alguno he pretendido provocarte o molestarte. Lo único que quiero es compartir contigo la posibilidad de un amor absoluto e incondicional.
Este libro ha brotado de la nada en medio de tu sueño para recordarte algo que sabías desde siempre.
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Pero no son sólo las palabras de este libro las únicas que tratan de transmitir este mensaje. No son sólo estas palabras las que tratan de expresar lo inexpresable. Todo está haciendo lo mismo. Literalmente todo lo que te rodea es, de hecho una manifestación perfecta de la liberación. La expresan los olores, los sonidos, el ruido del tráfico y el movimiento. Todo está expresándolo, todo es una expresión de esto que, pese a estar en todas partes, resulta invisible. Ésa es la gran broma cósmica.
No conviene, pues, que te identifiques demasiado con las palabras pronunciadas en este libro. Esas palabras, a fin de cuentas, no son más que un fragmento provisional de la danza de la vida, simples olas en la superficie del Ser.
Quizás, si lees con un espíritu, con una mente y un corazón abiertos, si estás abierto a otras posibilidades, posibilidades que parecen contradecir todo lo que nos han enseñado, algo de lo que aquí digamos resuene en tu interior. Quizás, si hay una abertura, reconozcas algo, veas algo o se desvanezca algo.
Pero, si lees este libro con la mente o el corazón cerrados, es muy posible que acabes frustrado y decepcionado. Porque quizás, en tal caso, te identifiques tanto con las palabras que llegues a olvidar aquello a lo que apuntan. Y, si ése fuera el caso, te sugeriría que abandonases provisionalmente la lectura y no la reanudaras hasta que tu corazón y tu mente se abriesen.
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Pero quisiera empezar advirtiéndote que éste no es un libro de autoayuda. No es un libro que verse sobre el modo de arreglar problemas. No tiene nada que ver con eso, ni siquiera ha sido escrito para que te sintieras mejor con tu yo imaginario.
Este libro gira en torno al hecho de ver, una palabra cuyo significado encierra todo lo que aquí tratamos de comunicar. Ver, para empezar, que tus problemas nunca fueron tuyos; ver que jamás fue necesario arreglar tu vida y ver también, por último, que ni un solo momento has estado separado de la Vida.
Aquí y ahora sólo existe esto, algo tan completo que es imposible de mejorar. Lo que buscabas siempre ha estado frente a ti… aunque ciertamente no tuviese el aspecto que esperabas.
Todas éstas, como ves, son buenas noticias. Como dijo Jesús, «Uno tiene que perder su vida para salvarla» y, en palabras del profeta Mahoma, «Si mueres antes de morir, desaparecerá la muerte». Lo único que queda, cuando el buscador se desvanece, es el amor.
Da la bienvenida, si estás abierto y dispuesto a escuchar y a soltar, a esta “revolución silenciosa de la espiritualidad”.
Texto extraído del libro “Una ausencia muy presente” de Jeff Foster
Este libro lo puede conseguir en Llibreria Les Paraules haciendo clic aquí.